El número de grados que se ofrecen en versión bilingüe en España sigue en aumento. Parece una norma tácita que añadir el término “bilingüe” o “internacional” a un título constituya una importante ventaja a la hora de encontrar trabajo. Pero ¿acaso es real esa ventaja en el mundo laboral? ¿Y qué hay de todos esos grados impartidos exclusivamente en español? ¿Estamos realmente los españoles preparados para un mundo internacional de habla anglosajona?
No. La realidad es que, aunque los desafíos del inglés se planteaban ya hace doce años y desde entonces el recorrido ha sido largo y positivo, siguen existiendo barreras idiomáticas que obstaculizan a jóvenes y profesionales. Hablamos de ese sector de la población en edad de formación o laboral al que se le exige un alto nivel de inglés que les permita desenvolverse en un mundo globalizado. Estudiantes que preparan su acceso a la universidad y a los que exigen cierto dominio del idioma; jóvenes universitarios que desean irse de intercambio; o que, en los últimos cursos, preparan entrevistas de trabajo para entrar en el mundo académico, tanto en España con un enfoque global como directamente para ir al extranjero, o que quieren continuar en el mundo académico superior. Profesionales en multinacionales que exigen un dominio absoluto del inglés, profesionales del mundo de investigación docente o industrial…
Algunas universidades comienzan a ser conscientes de las necesidades de sus alumnos y luchan por solucionarlo, pero sigue siendo un problema no resuelto en España. Se crean grados bilingües que no tienen una verdadera proyección internacional. Se contratan profesores, a menudo doctorandos, que tengan el suficiente dominio del inglés para poder impartir la clase en este idioma, porque los profesores con experiencia en la docencia pertenecen a una generación con escaso nivel de inglés. Pero esto supone tanto un problema para el profesor joven que puede no sentirse preparado para el cargo como para el profesor senior que se ve relegado de su cargo por no dominar un idioma, y no debería permitirse que se pierdan los conocimientos de estos expertos ni rebajar el nivel académico.
Para trabajar en el mundo de hoy no sirve solo con saber defenderse o chapucear el idioma. Es necesario llegar a no sentir la transición. Llegar a tener un inglés más allá de los certificados que se obtienen para entrar en el grado o postgrado que uno quiere, para poder irse de intercambio, para obtener unas prácticas o poder entrar en un proceso de selección para obtener un empleo. Se necesita un inglés específico, técnico y científico, para poder abordar todo ese conocimiento con velocidad lectora, análisis crítico y comprensión lectora y auditiva. Un buen nivel de inglés potencia la comprensión en profundidad y la acelera. Por ejemplo, en el mundo de la investigación docente o técnica, tener un nivel bajo o medio del idioma obliga al investigador a invertir una cantidad de tiempo mayor al tener que realizar una gestión logística mental exhaustiva. Es algo que resulta poco eficiente y acaba yendo en detrimento de la vida personal y familiar. Se necesita también un dominio de la función de los párrafos y de la arquitectura de los textos, así como contar con un importante bagaje de recursos lingüísticos, vocabulario y terminología. La capacidad de absorción es exponencial si se dominan los términos.
No son pocos los jóvenes recién graduados que, conscientes de esta necesidad, invierten un año clave para su despegue, tanto en el mundo académico superior como en el laboral, en una estancia como Au Pair o como camareros en un país de habla anglosajona, creyendo que eso solucionará sus deficiencias. Pero estas ocupaciones temporales más que ayudarles les alejan de su trayectoria profesional. No les prepararán, pues el inglés que aprenderán en esas situaciones no será ni académico ni profesional. Y, sobre todo, no favorecerá la forja del carácter requerido al joven profesional. Esta errónea decisión entre los jóvenes es otro ejemplo de la necesidad de encontrar soluciones urgentes.
Con todo esto, nos atrevemos a afirmar que todos los españoles de educación superior tenemos hoy en día el problema mencionado. Problema que, de una manera u otra según la etapa en la que se encuentre y su disciplina, constituye un bache no resuelto en nuestras vidas. No se puede eludir el compromiso que la educación y la sociedad tienen de formar alumnos universales, ni ignorar el compromiso de conducir a los graduados a un mundo, a una trascendencia y a una trayectoria global sin limitaciones.
¿Opina que hablamos de una realidad patente en España? Para usted, ¿ha sido el inglés un obstáculo o una herramienta?
Gracias por compartir la información importante. Me ayudó y ayudará mucho a los demás. Bonito … …